Hace poco estuve preguntando en mis historias de Instagram sobre vuestras ideas y comportamientos durante la cuarentena. Muchos me habéis contestado que han estado aprovechando el tiempo en hacer cosas que os gustan y que han aprendido algunas cosas nuevas en cursos o empíricamente.
Luego he visto un post anónimo que dice que no hace falta que seamos productivos durante éste tiempo porque se trata de “sobrevivir” y no de llenarse de “cosas que hacer” y de más ansiedad de la que ya probablemente sentimos.
Éste estado de confinamiento forzoso nos ha dado mucho espacio para mirar cómo reaccionamos ante una situación incontrolable y existen tantas realidades que abarcarlas todas es como entrar en el agujero del conejo.
Me he quedado pensando en un artículo que leí sobre las cuarentenas de las celebrities con millonarias casas y jardines maravillosos, que según dice “pone en evidencia la desigualdad” me pregunto si acaso era necesario la cuarentena para darse cuenta que ellos tienen mucho dinero y tú no. Me parece un poco naif el tema.
De todas maneras me he puesto a reflexionar sobre las millones de cuarentenas que pueden haber y me quedo corta, seguro. Desde famosas y millonarias, pasando por gente con dinero suficiente para vivir cómodamente en un espacio amplio, hecho a medida y sin preocuparse del hoy ni del mañana. Los de clase media trabajadora que vivimos en un piso convencional más nuevo o más viejo y que tenemos incluso la suerte de un balcón y comida en la nevera, los que viven en pisos tipo estudio de 40 mts2, los que sólo cuentan con una habitación donde a veces duermen más de uno, los que han tenido que ir a refugios si hay suerte, los que no tienen ni tendrán dónde quedarse, las mujeres o familias que viven con su verdugo, las prostitutas por decisión o por obligación que siguen en burdeles porque tampoco tienen a donde ir o no las dejan. Quienes viven al día y se han quedado sin dinero ni comida, las personas mayores solas de toda soledad…como dije antes, seguro se me escapan muchas más.
Realmente es abrumador ponerse a pensar en eso, porque es imposible dilucidar la maraña. Nunca lo sabremos. Como tampoco lo sabemos en condiciones “normales” la diferencia es que quizá ahora sí nos lo preguntamos.
Todo esto viene a unirse con la idea del post “ no tienes que hacer nada porque estás sobreviviendo” y es cierto que a muchas personas, especialmente las que están solas o previamente tienen algún descontrol psicoemocional, el estar entre cuatro paredes puede resultar devastador. Pero hay algo que me hace ruido, porque en éstos momentos donde la inacción es la ley, apegarse a esa dinámica tiene el mismo resultado que apegarse a la dinámica de la hiper productividad de la que hemos salido expulsados tan drásticamente.
Si en la vida cotidiana antes del COVID-19 trabajábamos hasta el cansancio y no dábamos espacio al descanso y la recreación, postergando hasta el infinito actividades de nuestro interés por “falta de tiempo” ahora el peligro es caer en un marasmo épico y además “justificado por supervivencia”
Una y otra cosa son mentira, de esas mentiras que nos encanta decirnos para calmar el miedo que no nos deja ver lo que hay: las posibilidades que existen para cortar el ciclo de manera consciente y buscar el bienestar físico, emocional y psicológico.
Ésto no lo digo desde el consejo fatuo, más bien desde el auto análisis después de un año exigiéndome productividad sin pausa, como una manera de probar, a mí misma sobretodo, que soy absolutamente capaz de hacerme cargo, sin importar el qué y sus consecuencias.
Durante éstos 32 días de confinamiento que llevo al día de hoy , me he permitido reconectar con aficiones olvidadas, descansar, comer bien afortunadamente, crear, ejercitarme, flojear, dormir como un gato, estar en silencio, escuchar, compartir, idear,reflexionar y no siento que me he exigido hacerlo, sino que me ha surgido de una inmensa necesidad de espacio y tiempo.
A lo que quiero llegar es que ninguna realidad es “la buena” ni nadie tiene la razón. Si estamos en una posición que nos permite mantener cierta actividad, cualquiera que sea, no la desperdiciemos excusándonos en una supervivencia que no es tal, porque nuestras necesidades básicas están cubiertas. Si sentimos el impulso de invertir el tiempo que tenemos para volver a hacer cosas postergadas una y otra vez, hagámoslas sin que nos pese. Y si estamos paralizados de ansiedad y miedo, busquemos la manera de ayudarnos a salir de ahí.
El movimiento se demuestra andando dicen que dijo Diógenes, lo que viene a decir que es la acción la que nos hace seguir en el camino. Algo que está detenido completamente sin la intención de continuar, es algo que ha muerto. Hagamos que ésto sea sólo una pausa y no un letargo, que si algo estamos aprendiendo es que la vida es frágil y el momento de detenernos para siempre puede que esté a la vuelta de la esquina.
Vivir es ese juego en el que nadie conoce las reglas pero todos quieren ser árbitros.
Cada quien vive una realidad y tiene una manera de ver el mundo, a veces esa realidad nos abruma y necesitamos una mano para gestionarla. También es cierto que a veces no tenemos esa posibilidad o no das miedo pedir ayuda, sin embargo vale más la paz que el juicio.
Quisiera preguntarte entonces ¿qué crees que necesitas ahora? ¿Qué crees que necesitarás cuando termine el confinamiento? (además de ver y abrazar a los seres queridos claro).
¿Cómo crees que has cambiado y cómo sientes que te adaptarás a las nuevas situaciones?
Me encantaría leerte. Sino quieres escribirme por aquí hazlo a cafetera.peuta@gmail.com
Cuando haces cuarentena con dos gatos... ;)
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